Solo en Centroamérica, al encuestar casi 4000 hogares,
se descubrió que el 86% de las familias viven con algún grado de inseguridad alimentaria
NUEVA YORK, 4 de marzo de 2021 /PRNewswire-HISPANIC PR WIRE/ — Más del 85 por ciento de familias que habitan comunidades rurales del llamado Corredor Seco en Nicaragua, Guatemala, El Salvador y Honduras se encuentran en diferentes niveles de inseguridad alimentaria, según una encuesta de hogares realizada por una coalición de organizaciones humanitarias y de desarrollo, incluida Acción contra el Hambre, que es líder en la lucha mundial contra el hambre. Dos encuestas adicionales llevadas a cabo por la organización en Colombia y Perú también indican niveles alarmantemente altos de hambre como consecuencia de la pandemia de la COVID-19.
Incluso antes de la pandemia, más del 39% de las personas en Centroamérica se encontraban en situación de inseguridad alimentaria y los nuevos datos sugieren que la pandemia y las condiciones meteorológicas extremas podrían hacer que ese porcentaje se triplique en amplias zonas de la región.
«Aunque América Latina tiene más de 19 millones de casos confirmados de COVID-19, las personas a las que ayudamos dicen que le tienen más miedo al hambre que al virus», contó Miguel García, el director regional de Acción contra el Hambre en Centroamérica. «En los peores momentos de los confinamientos aplicados, aquellas personas que dependían de trabajos diarios informales perdieron sus ingresos debido a las restricciones de circulación. En los mercados, los alimentos son cada vez más costosos debido a las consecuencias comerciales y económicas de la pandemia».
El Corredor Seco se extiende desde Nicaragua hasta Guatemala e incluye partes de El Salvador y Honduras, donde, según el Programa Mundial de Alimentos, al menos 1,4 millones de personas necesitan asistencia alimentaria. Acción contra el Hambre y ONG socias encuestaron miles de hogares de esta región en octubre y noviembre de 2020. En una muestra de 3700 hogares, el 86% de las familias vivían con distinto grado de inseguridad alimentaria.
Además del daño socioeconómico causado por la pandemia, se añaden las repercusiones de las graves sequías de 2018 y 2019, junto con los huracanes Iota y Eta, que azotaron la región en noviembre de 2020 y provocaron desplazamientos de población y la pérdida de cosechas. Las familias en situación de pobreza extrema y hambre se endeudaron, recurrieron a préstamos de sus familias o amigos, o pusieron en venta sus escasas posesiones.
«Los programas de protección social por parte de los Estados para las personas en peor situación socioeconómica pueden impedir que millones de personas caigan en la miseria. No obstante, la cobertura de estos programas es extremadamente dispar en la región, por lo que millones de personas no reciben la ayuda mínima que necesitan para cubrir necesidades básicas como es la alimentación más esencial», explicó García.
Acción contra el Hambre y ONG socias, con el apoyo de la Unión Europea, crearon una red de asistencia para proporcionar ayuda alimentaria y evitar que más de 50 000 personas en comunidades rurales del Corredor Seco alcancen niveles de hambre de emergencia.
Algunos datos nuevos adicionales indican que también aumentaron los niveles de pobreza y de hambre en Colombia y en Perú. En otra encuesta realizada a 34 000 familias de Colombia, el 98% afirmó no poder cubrir todas sus necesidades básicas, incluyendo alimentación y vivienda. Las condiciones de hacinamiento entre las familias de migrantes también aumentan la posibilidad de transmisión de la COVID-19. La encuesta a colombianos, venezolanos y personas con doble nacionalidad que viven en Colombia fue realizada por Acción contra el Hambre y sus ONG socias durante el transcurso de la pandemia, desde abril de 2020 hasta enero de 2021.
«Más del 58% declaró vivir en condiciones de hacinamiento», afirmó John Orlando, el director país de Acción contra el Hambre en Colombia. «En el 13% de los casos, hasta cinco personas debían compartir un dormitorio pequeño».
En Perú, los ingresos familiares se redujeron un promedio del 33%. Las llamadas «ollas comunes» (cocinas comunitarias autogestionadas, generalmente por mujeres) se han convertido en la forma de escapar del hambre para miles de peruanos.
«Según nuestra encuesta realizada a 222 familias que viven en la zona metropolitana de Lima, a 8 de cada 10 familias se les redujeron los ingresos. Tres de cada cuatro partes de la población encuestada se encuentran en situación de inseguridad alimentaria. Las familias venezolanas, muchas de las cuales llegaron buscando refugio en los últimos años, se vieron particularmente afectadas», señaló América Arias, directora país de Acción contra el Hambre en Perú. «La reducción de hierro e la dieta, algo fundamental para combatir la anemia es especialmente preocupante».
La asistencia en efectivo es una de las intervenciones humanitarias más efectivas en esta crisis. «Por un lado, es una alternativa digna, que le da la opción de elegir a las familias cómo atender sus necesidades más urgentes», comentó Orlando. «Los programas de transferencias de efectivo bien gestionados también permiten a los más vulnerables participar en la economía local. Esta inyección de dinero en efectivo en el mercado también fortalece las economías locales de las comunidades en las que viven estas familias».
Acción contra el Hambre necesita 78 millones de euros de la comunidad internacional para financiar su respuesta regional que se articula en tres ejes de acción:
- Ayuda humanitaria para las familias mediante la provisión de alimentos y dinero en efectivo, un tratamiento contra la desnutrición, además de productos de higiene y equipos de protección para la prevención de la COVID-19.
- Ayuda comunitaria a través del fortalecimiento de los sistemas de salud y clínicas, y el apoyo a pequeñas empresas para estimular la creación de empleo.
- Recopilación y análisis de datos para evaluar los distintos desencadenantes del hambre a nivel local y adaptar las intervenciones con socios locales.
«Queremos crear una red de protección de último recurso para miles de personas que pasan hambre como consecuencia de la pandemia. Estamos tratando de mejorar la alimentación y el acceso al agua, y ayudarles a las personas a recuperar sus medios de vida. Vamos a trabajar sin descanso para lograrlo», afirmó Benedetta Lettera, responsable de los programas de Acción contra el Hambre en América Latina.
Más detalles
Acción contra el Hambre realizó tres encuestas distintas para medir el aumento del hambre en América Latina:
- En Nicaragua, Guatemala, El Salvador y Honduras, Acción contra el Hambre, junto con nuestras ONG socias, Oxfam, COOPI, Trócaire y We World-GVC, encuestó a 3700 familias entre el 20 de octubre y el 13 de noviembre de 2020.
- En Colombia, 34 000 colombianos, venezolanos y personas con doble nacionalidad fueron encuestados por teléfono o personalmente entre abril de 2020 y enero de 2021. Este estudio fue realizado por Acción contra el Hambre, el Consejo Danés para Refugiados y el Consejo Noruego para Refugiados.
- Por último, 222 familias que viven en la zona metropolitana de Lima en Perú fueron encuestadas por Acción contra el Hambre entre el 14 de septiembre y el 11 de diciembre de 2020.
Acerca de Acción contra el Hambre
Acción contra el Hambre es especialista mundial en el hambre y líder de un movimiento internacional que tiene como objetivo acabar con el hambre de riesgo vital para siempre en nuestras vidas. Desde hace más de 40 años, la organización humanitaria y de desarrollo ha estado al frente del tratamiento y la prevención del hambre en aproximadamente 50 países. Solo en el año 2019, ayudó a más de 17 millones de personas.
FUENTE Action Against Hunger