Expreso mi profundo pesar y consternación por el trágico incidente que cobró la vida de una mujer a manos de un agente de la Policía. Este será procesado, como cualquier otro imputado de delito, con todo el peso de la ley y sin privilegio alguno.
Aquel que una vez juró proteger vidas, claudicó, mancillando el nombre de la Policía de Puerto Rico.
Reconocemos plenamente el impacto devastador que este suceso tiene en la familia de la víctima y en la comunidad. Ponemos a disposición de estos nuestros recursos de capellanía, psicología y trabajo social, entre otros.
Sabemos que no hay palabras que puedan aliviar el sufrimiento que están experimentando. Nuestras oraciones están con ellos en este momento extremadamente difícil.