La creación de Dios es un regalo para toda la humanidad que debe saber compartir todos los dones del creador. Debemos orar y trabajar para que esta distribución sea equitativa y en concordancia con los acuerdos que, por su carácter histórico, marcan los derroteros del presente. El respeto a estos acuerdos es garantía de la paz entre las naciones.
La situación en nuestros países vecinos nos interpela. República Dominicana y Haití se ven afectados por una situación non gratam (no deseada) con respecto a la falta de representatividad de Haití. Esto no permite que se expongan sobre la mesa de diálogo temas tan delicados como las aguas comunes. Se requiere un proceso participativo, democrático y transparente en la vecina nación de Haití. Este tema es un desafío para tanto para Haití y República Dominicana, como para Puerto Rico, que es el país que los recibe. Ya es hora de iniciar un proceso nuevo en el que se sienten a dialogar la paz y la fraternidad.
Muchos de nuestros hermanos y hermanas haitianos y dominicanos siguen lanzándose a las tempestuosas aguas en yola para llegar a Puerto Rico. Muchos naufragan en el mortal intento. El escenario de la migración ilícita ha variado muy poco desde el año pasado. Por otra parte, los atentados, secuestros, torturas y asesinatos están fomentando que muchos hermanos y hermanas de Haití abandonen su nación.
El Papa Francisco en la 109 Jornada de la Migración Católica indica “para que la migración sea una decisión realmente libre, es necesario esforzarse por garantizar a todos una participación equitativa en el bien común, el respeto a los derechos fundamentales y el acceso al desarrollo humano integral. Sólo así se podrá ofrecer a cada uno la posibilidad de vivir dignamente y realizarse personalmente y como familia. Está claro que la tarea principal corresponde a los países de origen y a sus gobernantes, llamados a ejercitar la buena política, transparente, honesta, con amplitud de miras y al servicio de todos, especialmente de los más vulnerables”.
En el momento actual, torturas, violaciones, asesinatos y vejaciones circulan por las redes sociales como cosa común en Haití. Ni la Iglesia Católica en dicho país se escapa de esta vulnerabilidad. Bajo su peso han caído personas eclesiásticas tales como el obispo Pierre Dumas, vice- presidente de la Conferencia Episcopal de Haití (CEH). Las religiosas de la congregación Saint Anne y los religiosos Fréres du Sacre – Coeur han sido testigo de secuestros y torturas. Religiosos salesianos y familiares de sacerdotes han sido perseguidos. Los secuestradores sólo buscan conseguir una recompensa cifrada en dólares.
El Comité Fratelli Tutti de la Arquidiócesis de San Juan de Puerto Rico, compuesto por un equipo de personas de República Dominicana y Haití, queremos ofrecer nuestra palabra y proponer un diálogo entre ambas naciones; así como la continuidad de la colaboración internacional para que esto se solucione.
Abrimos este espacio para orar y caminar juntos en clave sinodal-misionera en El Viacrucis del Migrante 2024, bajo el tema Dominicanos y haitianos obligados a migrar. Este se llevará a cabo el domingo, 17 de marzo de 2024, saliendo a las 4:00 p.m. de la Capilla del Carmen de Palo Seco y culminando a las 6:00 p.m. en la Isla de Cabras.