Coordinadora Moriviví lanza emotiva campaña “Los Rostros del Sinhogarismo”

La iniciativa se presentó durante un foro que abordó el tema y al que asistió el candidato a la gobernación por la Alianza, Juan Dalmau 

 

¿Perdiste tu trabajo recientemente?, ¿vives un escenario de violencia intrafamiliar?, ¿Atraviesas una situación económica que pone en riesgo tu renta o hipoteca?, ¿sufres algún trastorno de uso de sustancias o condición mental y no recibes ayuda?

Una respuesta afirmativa a cualquiera de estas preguntas hace vulnerable a una persona de vivir en condición de sinhogarismo en cualquier momento.

Esta fue la reflexión y discusión que la Coordinadora Moriviví -una organización sin fines de lucros que atiende a esta población en pueblos del sur, este, oeste y las islas municipios de Vieques y Culebra-  provocó a través del foro “Enfrentando el Sinhogarismo en Puerto Rico: Retos y Soluciones”, una iniciativa en la que se convocó a los candidatos a la gobernación en la isla a fin de abordar los escollos sistémicos y las estrategias que la estructura gubernamental y sus líderes tienen para prevenir y erradicar este problema social.

Solo el candidato de la Alianza por Puerto Rico, Juan Dalmau, asistió al evento.

El acceso a salud, la disparidades en la distribución de fondos, la falta de vivienda accesible y asequible, así como los desafíos sistémicos que hay en el proceso de reinserción social de las personas que sufren el sinhogarismo, fueron parte de los temas que se discutieron en el foro, el cual se llevó a cabo en el Ateneo Puertorriqueño en el Viejo San Juan y fue moderado por los periodistas Leysa Caro (El Nuevo Día) y José Carlos Sánchez (Telemundo)

La dinámica del foro incluyó el lanzamiento de la campaña educativa  “Los rostros del sinhogarismo”, una compilación videográfica  de personas que vivieron el sinhogarismo y fueron rescatadas por organizaciones sin fines de lucro apoyadas por Coordinadora Moriviví.

Precisamente, algunos de las personas que brindaron su testimonio para la campaña participaron como panelistas, cuestionando al licenciado Dalmau sobre asuntos pertinentes a este problema social.

Por ejemplo, Glorimar Ortiz, quien experimentó por casi cuatro décadas el sinhogarismo crónico a consecuencia de un trastorno de uso de sustancias, le preguntó al candidato cómo contribuiría su gobierno a que mejorara el acceso a vivienda permanente para las personas sin hogar durante su proceso de reinserción a sociedad y a programas de ayuda.

Entre las propuestas expuestas en la plataforma del candidato para atender el sinhogarismo está adoptar el modelo de Vivienda Primero (Housing First). El énfasis principal es proveerle primero vivienda a las personas, sin exigencias ulteriores, mientras un equipo interdisciplinario le provee servicios de apoyo. Sin embargo, reconoció el problema de viviendas asequibles que hay en la isla.

“De nada vale estructural lo material, si no tenemos estructura social”, agregó Dalmau, quien también propone crear la Defensoría de Personas Sin Hogar adscrita a lo que sería la unidad de Equidad e Inclusión de un Departamento de Derechos Humanos.

Por otra parte, el candidato se mostró conmovido con la campaña educativa.

“Es una campaña que le pone rostro a las estadísticas y felicito a las organizaciones que participaron de este proyecto  porque hay que sacudir al país y estremecerlo”, dijo al insistir en que la pobreza, la falta de educación, la falta de servicios de salud y el medio ambiente son factores determinantes sociales que conducen a que algunas personas no tengan hogar.

Por su parte, la oficial principal de Coordinadora Moriviví, Keilyn Vale Lassalle explicó la importancia de propiciar conversaciones que visibilicen las barreras que abordan el tema del sinhogarismo en la isla, al tiempo que se gestionan políticas públicas y estrategias orientadas a prevenir y erradicar este problema social.

“Este espacio es vital, ya que permite visibilizar una problemática que muchas veces queda en las sombras. El sinhogarismo no es solo una consecuencia de la falta de vivienda, sino el resultado de la interacción de múltiples determinantes sociales que debemos atender con urgencia, como el acceso y calidad a servicios de salud mental, regulaciones en el ámbito de la vivienda, las condiciones laborales y el acceso a transportación, entre otros”, subrayó Vale Lassalle.

“Abrir conversaciones como esta es un paso clave para prevenir que más personas caigan en esta situación y para romper el ciclo de estigma que perpetúa la exclusión social de quienes ya se encuentran sin hogar”, agregó.

Mientras, Yesenia Mojica Figueroa, presidenta de la Junta de Directores del  Continuo  de Cuidado CoC PR-503 -un colectivo de proveedores de servicios para personas sin hogar que está comprometido con establecer medidas de prevención y erradicar el sinhogarismo en 54 pueblos de la isla-  destacó la urgencia de visibilizar los diversos escenarios que inciden en el hecho de que una persona quede desprovista de un techo u hogar habitable y seguro. Al mismo tiempo instó a romper con el mito de

pensar que el sinhogarismo se limita a personas con uso problemático de sustancias o con condiciones de salud mental que vemos en las calles o debajo de un puente.

“Ese es uno de los rostros más visibles, pero la realidad es mucho más cruda. Tenemos que abandonar esa visión estigmatizada…Necesitamos mirar la realidad de frente, visibilizarla, quitar la capa de invisibilidad que la sociedad les impone. La sociedad invisibiliza y estereotipa la realidad para rehuir la carga colectiva…es mucho más fácil culpar a la víctima. Les invitamos a mirar la realidad a la cara. Queremos presentarles una campaña educativa que hemos llamado “Los Rostros del Sinhogarismo” una compilación videográfica de personas que vivieron el sinhogarismo y lograron un hogar seguro con ayuda de nuestras organizaciones. Ponerle cara a una situación que afecta a personas que tienen rostro, nombre y apellido, aspiraciones…el deseo de alcanzar una vida mejor, como la que nos gustaría vivir a todos”, expresó Mojica al recordar que “las personas en un momento determinado de nuestra vida, por diversidad de razones, podemos llegar a estar en situación de sin hogar, pero sólo es eso, una situación, que ha de ser temporera y reversible. No es una condición personal.  Sin hogar se está, no se es”.

Según el último informe del Conteo de Personas Sin Hogar, realizado a inicios de año por disposición del Departamento de Vivienda Federal (HUD), en una jornada de 24 horas se contabilizaron 2,096 personas sin hogar en Puerto Rico. De estas, el 55.4% enfrentaba esta situación por primera vez, un aumento significativo en comparación con el 51% registrado hace dos años. El informe también destaca que el 37% de los desamparados tienen 55 años o más, de los cuales el 14% son personas mayores de 65 años y la mitad de estos viejos y viejas enfrentan el sinhogarismo por primera vez. En el caso de las mujeres, se identificaron 541 personas sin un techo seguro; el 61% de estas féminas también enfrenta el sinhogarismo por primera vez y un notable 27.1% son víctimas de algún tipo de violencia, con la mitad de ellas cuidando a hijos menores de 18 años.

Subtítulo: Los Rostros del Sinhogarismo

La campaña “Los Rostros del Sinhogarismo” recoge a través de los testimonios de cinco personas las complejidades que rodean el sinhogarismo en Puerto Rico. Los videos, relatados en primera persona, confirman que la vulnerabilidad de quedar sin un techo seguro amenaza a jóvenes universitarios sin apoyo familiar, a personas convictas que una vez cumplen sentencia ven escasas las oportunidades de empleo y vivienda, a las personas que huyen de patrones de violencia doméstica o a aquellos seres humanos que aún cuando duermen bajo una estructura no cuentan con servicios esenciales de agua o luz.

A continuación, una sinopsis de los testimonios que conforman la campaña:

  • María Rivas, 51 años,  estuvo en riesgo inminente de experimentar el sinhogarismo cuando decidió huir de un patrón de violencia doméstica en medio de un diagnóstico de cáncer. La posibilidad de morir cuando el estrés emocional que le causaba ser víctima de un patrón de violencia de género se interpuso en su tratamiento contra un diagnóstico de cáncer, fue el motor que impulsó a María Rivas a escapar de su casa. Pero, había un problema: no tenía un techo seguro al que acudir. Sin embargo, una conversación con su oncóloga y el apoyo de una amiga, la llenaron de energías para salir del círculo de maltrato y aceptar la ayuda que le ofreció la Corporación Casa Bondad. La organización sin fines de lucro, además de gestiones para conseguir una vivienda permanente, le sirvió de apoyo durante todo el tratamiento de quimioterapias y radioterapias. Hoy, María se siente fortalecida física y emocionalmente y quiere servir de ejemplo para otras mujeres que atraviesan que se sienten atrapadas en el círculo de maltrato, desolación y angustia que ella vivió.
  • Kadilys Alejandro Pérez, 21 años, sobreviviente del sinhogarismo en su adolescencia. La joven apenas comenzaba la universidad cuando recibió una doble sacudida: primero el anuncio de un desahucio del hogar en el que vivía con su familia; y, luego, la muerte repentina de su mamá, quien falleció pocos días después debido al trauma emocional. La situación lanzó a la calle Kadilys y a su papá, quien sufrió trastornos de uso de sustancias en medio de su dolor. Por unos meses, la jovencita -próxima a graduarse de trabajo social de la Universidad de Puerto Rico, recinto de Humacao- vivió con una amiga de la familia, pero luego quedó desamparada en la calle y pernoctando muchas noches dentro de su vehículo en plazas públicas, centros comerciales o frente a casas de amistades. La sensibilidad de una profesora universitaria le abrió las puertas a un mejor porvenir a través de un programa residencial para jóvenes sin hogar de Assmca.
  • Raúl Calderón, 61 años, exconvicto en riesgo inminente de quedar en la calle tras cumplir su sentencia. El hombre pasó más de la mitad de su vida en instituciones carcelarias. Finalmente, en el 2024 extinguió su condena y le dijeron que debía buscar la forma de reinsertarse a la sociedad. Para Raúl ese gran paso a la libertad conllevaba un desafío enorme pues no cuenta con apoyo familiar o un hogar al que retornar. El miedo se apoderó de él porque sabía que sus opciones estaban limitadas, en especial, considerando que Vivienda Pública no acepta en sus facilidades a exconvictos por un periodo de cuatro años. Además, buscar empleo sería cuesta arriba por tener expediente criminal. El riesgo de enfrentar el sinhogarismo traía otras consecuencias graves como una posible recaída en su trastorno de uso de sustancias. Sin embargo, vio un rayo de esperanza cuando personal de la organización Guarabí le ofreció albergue. Han pasado unos meses y si de algo está seguro Raúl, es que quiere luchar por un mejor futuro y dejar de ser “la lata que todo el mundo patea”.
  • Jackeline González, vivió el sinhogarismo durante décadas en un área rural y en una estructura no habitable. Doña Jackeline, próxima a cumplir 60 años, vivió gran parte de su vida en un área rural de Caguas en una estructura no habitable y sin servicios de agua y energía eléctrica. Un trastorno de ansiedad y depresión la mantuvieron incapacitada para trabajar y poder costear gastos de renta en otro lugar. Además, el analfabetismo se juntaba con la extrema pobreza para condenarla al desamparo. Su historia cambió cuando unas personas de la Corporación Milagros de Amor le ofrecieron la alternativa de cambiar de ambiente y tener un techo seguro.
  • Glorimar Ortiz Betancourt, sobreviviente de sinhogarismo crónico que sufrió trastornos mentales por el uso de sustancias. Tras más de tres décadas en situación de sinhogarismo crónico, Glorimar logró estabilizar su salud mental con el apoyo de programas como “De vuelta a la vida” donde, además de un techo seguro, se le proveyó terapia para sanar su salud emocional. Hoy, Glorimar es manejadora de casos rescatando de las calles a personas desamparadas y sufriendo en soledad, como alguna vez estuvo ella. Además, próximamente, iniciará estudios en trabajo social.
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