Los bautizados en Cristo conformamos un solo cuerpo. Cristo es nuestra cabeza y nosotros somos sus miembros. Esto crea el dinamismo universal de la Iglesia, el cual está presente en diversos lugares y supera todas las fronteras geográficas. Entre nosotros muchos hermanos deciden trasladarse de un país a otro en busca de una mejor vida y futuro para ellos y sus familias. Esto conlleva superar la dura realidad legal de migración que posee cada país.
La inseguridad e inestabilidad política de Haití ha provocado el flujo migratorio de estos hermanos hacia Puerto Rico y otros destinos. Esta situación está motivada por el hambre que padecen y la explotación laboral que ya desde décadas vienen sufriendo. En el caso de los dominicanos buscan mejorar su situación de vida y superar el encarecimiento de los recursos alimenticios y de necesidades básicas. En ambas naciones el colapso de los sistemas de salud también es un motivo para emigrar.
Haití vive un estado de catástrofe institucional. El presidente fue asesinado, el palacio presidencial se derrumbó, el Senado caducó y el Poder Judicial colapsó. En su orden funcional los tres poderes del estado haitiano han desaparecido. En este escenario Puerto Príncipe, la ciudad capital, está secuestrada por un grupo de gangas que no permiten el libre desplazamiento hacia otras ciudades. Nos preocupa la indiferencia de la Comunidad Internacional ante la realidad de pobreza de este país caribeño. Donde un reducido grupo controlan las riquezas del país. Las familias en su gran mayoría son monoparentales. En ellas son los niños los que buscan sus propios sustentos. Todo esto llena el pueblo de miseria, prostitución, corrupción y crisis gubernamental. En este escenario son frecuentes los secuestros de alimentos, combustibles y personas. El pueblo haitiano tiene su esperanza puesta sólo en Dios.
Salir del país es la esperanza de estos dos pueblos hermanos. Ambos quieren alcanzar el “sueño americano” y superar las contrariedades sociales, políticas y económicas que sufren tanto en República Dominicana como en Haití. Para ello, inician su travesía hacia Puerto Rico y otros lugares de América. Algunos de ellos al intentar entrar en Puerto Rico se han encontrado de frente a la situación legal migratoria. Dada la dificultad para conseguir una visa se arriesgan a entrar en yolas. A pesar de las muertes, no desisten en correr el riesgo de hacer la travesía, principalmente en el Canal de la Mona.
Para atender pastoralmente esta situación de la migración y mostrar la solidaridad del pueblo católico, el Arzobispo Metropolitano de San Juan de Puerto Rico, Mons. Roberto Octavio González Nieves, ofm, ha constituido un Comité compuesto por sacerdotes, religiosas y laicos dominicanos y haitianos.