Durante todo este tiempo pascual, a raíz de la muerte del Papa Francisco, y en especial, a partir del cónclave iniciado el pasado 7 de mayo, toda la Iglesia, cardenales y demás obispos, todo el clero, religiosos y religiosas y fieles han invocado al Espíritu Santo para que asista a los Señores Cardenales electores para seleccionar al Sucesor del Papa Francisco, el Papa León XIV.
Como Iglesia, por varios días hemos invocado con mucha ilusión y esperanza al Espíritu Santo para que iluminara a los cardenales electores reunidos en la Capilla Sixtina para concederle a la Iglesia un nuevo pastor, un Papa que nos primee en la caridad, que nos confirme en la fe que sea un forjador de la verdadera esperanza y un líder para la paz mundial.
Esta vez, a diferencia de cónclaves anteriores, se ha llevado a cabo un Cónclave con una diversidad sin precedentes tan amplia del Colegio Cardenalicio, pues incluyó representantes de una significativa variedad de países y culturas. Solo mediante la oración, el discernimiento y la presencia del Espíritu Santo ha sido posible la elección de un nuevo Pontífice.
Hoy los Señores Cardenales han cumplido con esta encomienda y han seleccionado al Cardenal Prevost, ahora Papa León XIV. Hoy es un día de profunda alegría y esperanza para la Iglesia. Hoy Cristo ha llamado a un nuevo Papa para que dirija a su Iglesia peregrina en el mundo. Es muy significativo que haya seleccionado el nombre de León XIV, en honor a León XIII, quien se recuerda como el Papa de la Doctrina Social de la Iglesia Católica. Fue un hermoso gesto que hablara también al mundo hispanoparlante en nuestro querido idioma español y que recordara a su pasada Diócesis de Chiclayo en Perú. También debemos recordar que después de la invasión de Estados Unidos a Puerto Rico en el 1898, fue el Papa León XIII quien dispuso que Puerto Rico no fuera asimilada a ser parte de la Iglesia de los Estados Unidos, sino directamente atada a la Santa Sede conservando su identidad hispana.
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Como Arzobispo Metropolitano de San Juan de Puerto Rico, exhorto a nuestros fieles a
• Acompañar con nuestras oraciones y afectos al Papa León XIV para que fortalecido con el Espíritu Santo lleve el timón de esta nave eclesial que peregrina en medio del mundo;
• Acoger el pontificado del nuevo Papa como un gesto del amor providente de Dios que no cesa de darnos líderes con corazón de pastor a imitación de Cristo, Sumo Pastor que no quiere que ninguna de sus ovejas sea excluida del don de la misericordia de Dios.
• Orar incesantemente por la unidad de la Iglesia para que sea una, santa y católica y de esa manera dar testimonios de que todos somos uno en Cristo y que permanecemos unidos a la Vid Verdadera.
• Pedir a Dios que el Papa León XIV siempre sea asistido por el don de la sabiduría divina para que pueda, siendo fiel al Evangelio, interpretar los signos de los tiempos y exponer la verdad del Evangelio con la ternura, el amor y la misericordia de Cristo mismo.
• Sostener con nuestras oraciones y amor al nuevo Papa para que sea un fiel testigo y profeta valiente para que pueda denunciar las injusticias de este mundo, para que pueda con su ministerio iluminar a los líderes del mundo sobre su compromiso con la paz, con el bien común, con la protección ambiental.
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• Orar a Dios para que el nuevo Papa, como Cristo, nos muestre al Padre Infinito, sea su rostro, sea su voz, sea su heraldo en favor del Evangelio de la vida, que sea testigo de Cristo humilde, Cristo Misericordioso, Cristo que atrae a sus ovejas y no que las disperse; rostro de Cristo que toca a la puerta, que perdona a pecadores y que no reniega de su cruz.
A nosotros y nosotras, los fieles católicos boricuas, siempre nos ha distinguido el amor por la figura del Santo Padre. Esta no ha de ser la excepción. Puerto Rico muestra una particular adhesión al ministerio del Sucesor de San Pedro con su fidelidad, con su amor, sus oraciones y su apoyo maternal. Desde nuestras cálidas coordenadas, mandémosle un caluroso abrazo espiritual a nuestro nuevo Papa León XIV.